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Extrañamente avanzamos en materia sexual femenina, pero no crece proporcionalmente el porcentaje de mujeres que alcanza el orgasmo (tan solo un 35%).
Qué hacemos mal
En primer lugar, nos equivocamos al culpar al “sexo fuerte”, ese al que las investigaciones en Viena determinaron que su sistema inmunológico es menos efectivo que el femenino. Por ejemplo observemos los promedios de vida: ellos viven menos que nosotras ; entre los 20 y 30 años mueren tres veces más hombres que mujeres. La edad estimada de muerte femenina es 8,2 años más tardía que la del hombre. El 32% de ellos muere antes de los 65 años mientras que de nosotras tan solo el 14% no llega a esta edad.
Se prevé que para el 2000 el promedio de vida femenino será de 83 años y la del “sexo superior”75.
También soportamos mejor el matrimonio, una dama casada vive 6,3 años más que un caballero en las mismas condiciones. Y a la viudez la enfrentamos con mayor entereza ya que sobrevivimos 11,8 años más que un viudo. No nos pasa lo mismo frente al divorcio, ellos pierden un año de esperanza de vida frente a dos que perdemos nosotras, el fracaso se nos hace intolerable.
Por otra parte, permitimos que ellos utilicen para inferiorizarnos el volante, pero no, error. Nuevamente los porcentajes dicen lo contrario. Somos responsables en un 6,7% de los accidentes contra un 6,1% de los de los machos. Entonces no nos debemos dejar llevar por las apariencias, porque lo que también dicen los estudios es que los daños de personas u automóviles en los accidentes con mujer al volante son menos graves que los de hombres. En el caso de choferes femeninos, las aseguradoras utilizan las casas de repuestos automotrices y las prótesis médicas, en el otro, los cementerios. La prudencia es virtud de mujeres.
En tercer lugar solemos dejarnos acusar de ser derrochadoras de tiempo y dinero. No es así.
Somos más limpias y menos gastadoras:
Parecen bastar tan solo dos minutos por día para dejar el baño limpio al salir, nosotras al retirarnos del recinto solemos dejarlo impecable, no así ellos que, entre otras cosas, nos dejan la tabla levantada, si no algo regada por mala puntería. Pero extrañamente durante el día no usamos mucho más el baño que ellos, 63 minutos diarios contra 61, o sea que los dos minutos dedicados a la higiene del local encima se nos computan como exageración.
Con respecto a los gastos, es de esperar que metan en la cuenta de gastos personales los tikets del supermercado o la boleta de la tintorería de cuando les llevamos su propio traje. Pero dejando nimiedades de lado, debemos aceptar que los placares femeninos tienen el doble de ropa que los placares masculinos, lo cual hace pensar que nuestros gastos asciendan al doble que los suyos, pero no, caemos nuevamente en el error, solo gastamos el 30% más que ellos, ¿no significa esto que si bien necesitamos más para vernos bonitas gastamos menos?
Ellos son tan superiores como nosotras los dejemos seguirlo siendo, si bien es cierto que arrastramos años de sociedades creadas bajo conceptos erróneos y que hay diferencias de aptitudes, es cosa nuestra seguir pasivamente observándolos desde el lugar de la víctima.
Basta de: “Si le digo algo el se sentiría mal...”
Si con timidez se nos cruzara la idea de una sugerencia (no hablemos ya de reclamos) para mejorar algún aspecto de nuestro placer sexual; por supuesto ya habiendo pasado nuestra propia barrera de abnegadas madres por este hijo grande que no nos corresponde, usando el instinto maternal para con nuestro marido (convengamos que es buena nuestra propia trampa, a un hijo no se le hacen reclamos sexuales), él seguramente nos deslizara como astuta respuesta para sacarse el problema de encima, que uno es una desubicada que pretende de ellos solo placer haciéndonos sentir no menos que prostitutas que pide cosas raras, sin reparar en que hasta estas damas no hacen más que satisfacerlos a ellos.
Otra reacción sería la del ensimismado de orgullo herido, desde luego, logra nuevamente sepultarnos baja la culpa, nosotras que lo hacemos dudar de su calidad de machos ejecutor de los mayores placeres femeninos, si no nos hace gozar no hay termino medio posible para ellos, los convierte en eunucos.
Es tiempo de tomar el temido lugar del ficticio victimario el cual increpa y dice lo que siente o necesita para satisfacerse.
No es mucho trabajo fingir un orgasmo tan solo para que ellos no se amarguen, claro que el resultado es nuestra amargura, hasta cuando suprimirnos y postergarnos. Es esperable que ni se nos ocurriría pedirles a ellos que finjan una erección.
Si nuestros hombres desean un sexo unilateral, tenemos dos caminos, o bien nos negamos rotundamente a hacerlo sin gozar, o nos entregamos a ellos con la misma respuesta que una muñeca inflable. ¡Y sí! Si somos buenas y nos hacemos receptoras de sus deseos sexuales, debemos ser autenticas y demostrar lo que verdaderamente sentimos, nada.
Por que lo hacemos nosotras y por que ellos:
El 36% femenino aceptaría hacerlo tan solo por hacer gimnasia, es de esperar la respuesta masculina, el 64% de ellos dijo sí a una clase de gym sexual.
El 84% de mujeres lo hacemos por otorgarle placer al ser amado, contra un escaso 18% masculino dispuesto a sacrificarse por nosotras, claro que el porcentaje de hombres que lo harían solo por el propio placer es abrumador contra la escasisima respuesta femenina, el 74% contra un 5%.
El 22% de las fems dijo hacerlo pensando en cualquier otra cosa y el 15% de ellos se pone el piloto automático.
Más datos femeninos: 6% lo hacen por costumbre, 5% por stres, 4% por depresión, 1%por aburrimiento.
Los masculinos: 7% para distenderse, 2% por depresión, 1% por aburrimiento.
Finalicemos con la imagen de ingenuas que ellos quieren que conservemos.
Muy contrariamente a lo esperado, la virginidad la perdemos prácticamente a la misma edad; 17,6 para nosotras, 17,3 para ellos.
Entre las adolescentes el 13% comenzó por curiosidad contra el 8% de los machitos.
Si seguimos ahondando el 93% de los hombres dicen haber obtenido placer de su primera vez, y el 63% de nosotras tuvo la suerte de poder haber disfrutado la iniciación.
Las diferencias en la conservación de la virginidad más allá de los 18 años son menos dispares que las que esperamos como respuesta, 5% del sexo femenino contra 4% del sexo masculino. El 43% de estas mujeres tuvo tan solo una pareja, en cambio para los hombres vírgenes, solo el 21% tuvo una única pareja. ¿Significará esto que a pesar de tener ellos mayores oportunidades, igualmente frente a un paso tan importante como el inicio sexual somos todos iguales, o sea tememos a lo desconocido?
Para finalizar con la hipocresía nosotras debemos comenzar a sincerarnos, al menos frente a las encuestas en las que podemos ampararnos en el anonimato de la desvergüenza.
Si decimos que un 2% de mujeres aceptó que practicó sexo con dos hombres al mismo tiempo y luego agregamos que un 10% de hombres dijo haber tenido la misma practica, las cuentas no nos dan, alguien miente.
Lo mismo sucede con el sexo en orgías, un 5,4% acepta haber participado al menos una vez en relaciones múltiples, contra un 12,5 masculino.
En situaciones más simples también nos negamos a aceptar nuestra participación. Si bien la pornografía fílmica esta dedicada a los hombres en elvadísimo porcentaje, algún cosquilleo logra hacernos, pero tan solo un 23% acepta haber disfrutado algo con una porno. Ellos el 46% lo acepta.
No podemos hacernos respetar como personas sexuales si seguimos mintiendo por pudor.
Pongámonos de acuerdo
Comencemos por desmitificar las creencias masculinas.
“La cama es siempre el mejor lugar”.
Claro, para darles el gusto y sacárnoslos de encima rápidamente, porque si de placer nos hablan, nuestra imaginación puede tejer infinidad de lugares mucho más atractivos y menos rutinarios. Preguntémosle a un caballero que se le ocurre rápidamente si le quitamos la posibilidad de la cama, responderá seguramente como un 44% que la cocina, pero si se lo sugerimos a las mujeres solo un 17% le parecería una buena opción.
El 40% del sexo femenino prefiere comer en la cama a tener relaciones sexuales en la cocina. El 10% piensa que las dos opciones son buenas.
Pero si tanto les atrae ese ambiente de la casa le podemos sugerir otra opción:
que se pongan a cocinar para seducirnos.
Un 53% de mujeres de 15 a 24 años les atrae muchísimo un hombre mientras cocina, un 45% de 25 a 34 años y un 40% de 35 a 49 años, de más edad ya ni que cocine les conmueve, está hartas de los trastos de su propia cárcel.
Si continuamos con lo que al estómago se refiere, nuestra ingenuidad bajó considerablemente tan solo el 29% de nosotras cree en los milagros de los afrodisiacos, contra un 34% de ellos.
Pero somos iguales a la hora de perder el apetito por los abandonos amorosos recibidos 49%. Pero cuando nos enamoramos locamente, perdemos el apetito más que ellos 26% de nosotras hacen la dieta del amor contra un 17% masculino (cosa muy conveniente a la hora de ir a un restaurante, gastaremos mejor el dinero en un lugar de luces rojas)
Por último sepamos que si el 91% femenino consienten hacer el amor por primera vez por estar enamoradas, el 67% de ellos lo hace por lo mismo, no es bajo el número, por lo tanto exijamos que además de amor haya placer, para que todo sea casi perfecto.
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